Profesora titular de Historia de
América, Universitat de Barcelona (UB).
Correo Electrónico: lola@trivium.gh.ub.es
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Las prácticas políticas
y sociales sufragistas
-
La mujer moderna: feminidad,
hogar y política
El objetivo del artículo es realizar
la crítica arqueológica de la construcción discursiva de la feminidad a través
de textos sufragistas y antisufragistas, en donde la construcción de la mujer
de la modernidad se revela anudada a la maternidad y el hogar, pero con un
cierto desplazamiento de su acción hacia la política, justificado en valores
específicos diferenciales, asumidos por las propias sufragistas. La feminidad
se resignificó con la modernidad, aunque se puede considerar una construcción
de la cultura occidental desde siglos atrás, con una acumulación de significados
procedentes de la filosofía clásica y de las concepciones de la iglesia sobre
las mujeres.
FEMININITY
AND SUFFRAGE IN COLOMBIA
The objective
is to make in archeological report in respect to femininity from pro and con as presented in various texts. The modern
woman is seen as bound to maternity an
to the home, but with some displacement into the political realm by which
specific values are expressed. Femininity has received increasing emphasis
in recent times. However, the woman's place in history should be considered,
as well as views expressed in the regard by classical philosophy and religion.
Femininity, suffrage,
Colombia
El sufragismo
colombiano significó un movimiento social de resistencia a causa de la exclusión
femenina de la ciudadanía, formado por una gran heterogeneidad social y política
que reunió mujeres socialistas, liberales y conservadoras; fue la primera
fase del feminismo y desafió las ideas de libertad individual e igualdad de
derechos de la modernidad, poniendo de manifiesto el nexo entre la ideología
liberal y la ideología procedente de la diferenciación genérica. Pero también
fue el proceso donde se produjo la construcción discursiva de la mujer, en
un sentido universal, semejante al hombre. La particularidad que encierra
esa construcción en el caso colombiano consistió en que las prácticas sociales
y políticas de la modernidad y sus razonamientos de igualdad se interseccionaron
con las de las sufragistas, que, junto a la ampliación de la ciudadanía, incorporaron
diversas significaciones de la feminidad
[1]
. De esta manera el discurso igualitario de la modernidad,
excluyente de la ciudadanía para las mujeres, al incluirlas agregó códigos
pertenecientes al género
[2]
.
El objetivo del
artículo es realizar la crítica arqueológica de la construcción discursiva
de la feminidad a través de textos sufragistas y antisufragistas, en donde
la construcción de la mujer de la modernidad se revela anudada a la maternidad
y el hogar, pero con un cierto desplazamiento de su acción hacia la política,
justificado en valores específicos diferenciales, asumidos por las propias
sufragistas. La feminidad se resignificó con la modernidad, aunque se puede
considerar una construcción de la cultura occidental desde siglos atrás, con
una acumulación de significados procedentes de la filosofía clásica y de las
concepciones de la iglesia sobre las mujeres. Considero que el maternalismo
[3]
y la ideología del hogar, que hizo de éste
el ámbito natural de las mujeres, forman parte del núcleo de esta construcción.
Aquí se aborda en un contexto y momento particular de la historia colombiana,
donde concurrió el conservatismo, la modernización liberal, el primer movimiento
social feminista de la historia de las mujeres y el legado colonial discursivo
en la construcción del sujeto político mujer.
En primer lugar
abordaré la organización sufragista durante los años que van de 1944 al 1948.
Este periodo fue de un desarrollo muy intenso, aunque el sufragismo colombiano
se extendió a lo largo de tres décadas (1930-1957). Los liberales llegaron
al poder impulsando la modernización industrializadora desde gobiernos que
fluctuaron entre el populismo y el regreso al régimen oligárquico; perdieron
el poder de nuevo, regresando los conservadores e incubándose la violencia
que estallaría definitivamente en el año 1948 con el asesinato de Jorge Eliecer
Gaitán, el líder populista más carismático de la historia de Colombia. Las
sufragistas atravesaron casi en silencio el periodo de la Violencia y en los
cincuenta sus anhelos de conseguir la plena ciudadanía encontraron eco en
las estrategias políticas del populista Rojas Pinilla. La Asamblea Nacional
Constituyente de 1954 aprobó el derecho femenino al voto: éste fue ratificado
por el Plebiscito de 1957, convocado por la alianza liberal conservadora que
sustentó la forma reconciliadora del Frente Nacional. En este cuarto de siglo,
durante el que las sufragistas no dejaron de luchar de una u otra forma, he
distinguido tres subperiodos
[4]
; este artículo se refiere al segundo.
Durante el primer
subperiodo (1930-43) las mujeres habían obtenido sucesivamente la administración
de los propios bienes, el acceso a la Universidad y a cargos públicos - logros
que beneficiaron a mujeres de clase media y alta - pero se había perdido,
en sucesivos debates parlamentarios, la pelea por el sufragio. La modernización
social llevada a cabo por los liberales quedó incompleta en este punto. Entretanto
se había comenzado a formar una corriente política de mujeres que recibía
las influencias de la experiencia acumulada por la corriente internacional
sufragista, y que estaba en estrecha relación con núcleos liberales y socialistas.
Paralelamente se formó otra corriente de mujeres que defendió con ahinco las
visiones conservadoras de la feminidad, alimentadas en buena parte por la
reacción en ese sentido que se produjo en la Europa nazi y fascista frente
a los avances del sufragismo. El proceso colombiano iniciado varias décadas
después tuvo como particularidad que las dos tendencias sufragistas (la feminista
y la conservadora) se desarrollaron al mismo tiempo y estuvieron relacionadas
estrechamente al bipartidismo liberal y conservador
[5]
- uno de los rasgos mas perdurables de la cultura política
colombiana -. En este contexto particular comenzó el proceso histórico de
constitución de la mujer moderna, que emerge definitivamente como sujeto en
los años a que se refiere este artículo.
En el subperiodo
sufragista que va de 1944 a 1948 no hubo un avance significativo en la ampliación
de la ciudadanía de las mujeres. Se sucedieron los proyectos de ley del sufragio
sin lograrse su aprobación, pero la fuerza del movimiento sufragista aumentó
y sus reivindicaciones involucraron en mayor medida a la prensa y la radio
del país, a los políticos y a la opinión pública. En este momento, las sufragistas
estuvieron en escenarios públicos como el Congreso y el Senado y crearon medios
de comunicación propios.
Las sufragistas
colombianas se habían organizado desde la década anterior
[6]
y en los años cuarenta contaban con cierta implantación
en grandes ciudades como Bogotá, Medellín, Cali, y también en algunas de menos
población por entonces, como Barranquilla, Bucaramanga, Tunja o Manizales.
Había grupos diversos y algunos tuvieron una importante trayectoria como la Unión Femenina de Colombia (UFC), creada
en Bogotá en 1944 y con filiales en otras ciudades
[7]
. La UFC estaba
dirigida por una Junta compuesta por presidenta, vicepresidenta y secretaria,
elegidas en votación por el periodo de un año. Se reunían semanalmente en
casas particulares con el objetivo de "ir cambiando las ideas".
Eran unas cuarenta o cincuenta mujeres, procedentes de clases medias y altas
de profesión contables, maestras y escritoras; también había algunos hombres.
La UFC se organizó en varias comisiones (Educación, Ciudadanía, Protección
infantil, Cooperativas, Censo de Mujeres Activas y Casa Internacional de la
Mujer), realizó memoriales a favor del voto y se preocupó por la alfabetización
y la educación de las mujeres elaborando propuestas metodológicas al respecto,
por considerarse "educadoras de los hijos". Sus representantes hicieron
frecuentes intervenciones en programas de radio, y elaboraron cuestionarios
de opinión que difundieron a través de la revistas Mireya y Agitación Femenina
[8]
. La UFC estableció relaciones internacionales con otras
organizaciones de mujeres como Acción
Femenina de Venezuela y la Unión
de Mujeres de América (UMA), Alianza Femenina Ecuatoriana, Liga Internacional
Femenina de New York, etc.
[9]
. En la UFC estaban
representadas las dos tendencias sufragistas: por un lado, la línea feminista
que propugnaba la compatibilidad entre el hogar y la política, así como la
complementariedad entre lo masculino y lo femenino. Dicha tendencia deseaba
presentar una nueva imagen de las mujeres, siendo un ejemplo de ello el proyecto
de la Casa Internacional de la Mujer, que se pensaba no como una institución
de "beneficencia" - el ámbito público de proyección tradicionalmente
femenina - sino un proyecto que tenía como objetivo "unir esfuerzos y
anhelos". Por otro lado, en la
UFC había una posición sufragista conservadora, que mantenía una postura
anclada en la feminidad tradicional: el hogar como el ámbito natural de la
mujer y la maternidad como única función por encima de la participación en
lo público y político.
Existieron otros
grupos que aparecen esporádicamente en las fuentes como Agrupación Patriótica Femenina de la ciudad
de Bucaramanga, que presentó en 1945 un memorial en apoyo al voto firmado
por unas mil mujeres de todas las clases sociales
[10]
; los Comités Femeninos
Antinazi; Acción Feminista Nacional
[11]
; Liga de Acción Feminista Colombiana, que en la IX
Conferencia Panamericana estuvo presente reclamando el derecho al voto; Legiones Femeninas
[12]
y la
Organización Departamental Femenina del Atlántico. Esta última estaba
relacionada estrechamente con el Partido
Socialista Democrático (PSD) y reunió a líderes de distintos comités femeninos
de Barranquilla, entre ellos, el Comité
Femenino Manuela Beltrán
[13]
. Mención aparte merece la
Federación Femenina Nacional nacida en 1945 y refundada como Alianza Femenina de Colombia en el I Congreso Femenino, con el objetivo de constituir una plataforma
de convergencia para aunar esfuerzos cara a la consecución del voto, pues
era un momento de intenso debate
[14]
. La Alianza Femenina, tuvo seccionales
en los departamentos del Atlántico, Antioquia, el Valle y Cauca, que también
se preocuparon - además de la lucha por el voto - de otros asuntos relacionados
con los deberes femeninos: por ejemplo, Palmira, filial de la Alianza Femenina del Valle, había cuarenta
mujeres que trabajaban en un proyecto de huertos frutales cuya producción
estaba destinada a escuelas de niños
[15]
. En los años claves del debate en torno al voto, las sufragistas
realizaron dos Congresos: la I Conferencia
Nacional de Mujeres, (en la documentación aparece también como I Congreso Nacional Femenino), que reunió del 10 al 12 de febrero
del 1945 estudiantes, obreras y mujeres de clase media de todo el país, entre
las que había liberales, conservadoras, socialistas, católicas y sin partido.
Los temas tratados fueron: derechos de la mujeres, prestaciones sociales,
cultura, educación y reconstrucción de la postguerra
[16]
, pero la actividad del Congreso se centró en afirmar la
democracia frente al fascismo y en la protección de la maternidad y "el
niño". El Congreso se instaló en el colegio de San Bartolomé de Bogotá
con gran solemnidad
[17]
. La presidenta fue Gloria Inés Forero y acudieron delegaciones
de Bogotá, Valle del Cauca, Antioquia, Santander, etc. Hubo también delegadas
campesinas e indígenas y grupos de obreras representantes de sindicatos
[18]
. Mercedes Abadía, líder del
PSD, tuvo un gran protagonismo en el Congreso
[19]
.
Intervino en la
inauguración acerca de la situación de las mujeres en Latinoamérica y centró
la atención en la familia, la maternidad y la protección de las criaturas,
la mujer y su relación con la producción, el voto y la democracia. También
impulsó durante el Congreso la afiliación a la
Alianza Femenina de nuevos grupos y de mujeres independientes. Lucila
Rubio de Laverde
[20]
fue otra de las protagonistas del Congreso y disertó sobre
educación y cultura
[21]
. Estas dos mujeres representaban la posición socialista
feminista dentro del sufragismo.
El II Congreso
Femenino, se inauguró el 23 de mayo de 1946 reclamando al gobierno el cumplimiento
de la Carta de Naciones Unidas sobre el reconocimiento de los derechos de
las mujeres, en un momento en que se sucedían sin éxito en las Cámaras los
proyectos de ley del voto femenino. Como en el anterior Congreso, la participación
fue amplia y diversa: había una delegada con voto por cada cincuenta afiliadas
a grupos y sindicatos, pero no tenían voto las participantes de otras instituciones.
Lucila Rubio de Laverde realizó el discurso de apertura en pro de la paz y
el sufragio, haciendo la crítica al discurso conservador que presidía los
debates sobre el voto, de la siguiente forma:
Y no es conveniente para la mujer limitar su mundo al hogar. El deber
para la familia es nuestro natural y principal deber, pero tenemos otros que
no es bueno descuidar ni menos olvidar por completo, si no queremos vestir
en vida el sudario de la muerte
[22]
.
Otra de las participantes,
Matilde Espinosa, insistió en la relación de las mujeres con la paz, la vida,
la maternidad y los hijos, insistiendo en que los fines que las mujeres perseguían
en la política estaban encaminados a la transformación social:
Si la mujer aspira a ocupar puestos de responsabilidad en el gobierno,
es para trabajar en favor del mejoramiento de las clases sociales menos protegidas
por la fortuna; es, mejor dicho, para hacer una verdadera labor revolucionaria
[23]
.
Hilda Carriazo
de la UFC se centró en la educación, solicitando colegios públicos de bachiller
para niñas, señalando que así como las mujeres por sus "cualidades"
son buenas enfermeras, igual pueden ser "doctoras en medicina"
[24]
.
Las tres intervenciones
anteriormente citadas y producidas desde el II Congreso Femenino, resumen
las ideas claves que las sufragistas feministas argumentaban para justificar
su derecho a la ciudadanía: el deber de la participación política, el objetivo
de la justicia y la capacidad profesional.
Maria Antonia
Cabeza, nacida en 1906 y contemporánea de las sufragistas, al preguntársele
en 1993 "¿cuál es la experiencia más grande que le ha dejado la vida?",
respondía:
Cumplir con el hogar, cumplir, no tener remordimientos, no tener que
le saquen a uno en la cara, mi mamá fue esto mi mamá fue lo otro. Si yo soy
así fue porque mi mamá me lo enseñó, si yo soy grosera porque mi mamá así
nos ha tratado, si yo soy vagabunda porque mi mamá fue también, y así no?,
la satisfacción más grande que yo siento entrañable (es) el haber cumplido
y estar cumpliendo todavía con el hogar
[26]
.
¿Cómo explicar
la pervivencia de la identificación mujer / madre / hogar, después de un proceso
histórico en que las mujeres de carne
y hueso, fueron finalmente consideradas ciudadanas e iguales a los hombres?.
¿Por qué los logros de las sufragistas quedaron en pura formalidad?. Aunque
aún es difícil dar respuesta a estas preguntas, intento a continuación esclarecer
algunos signos del discurso sufragista.
Hasta once proyectos
de ley a favor del sufragio femenino se pueden contabilizar en Colombia entre
1933 y 1954. En 1954 fue finalmente aprobado el derecho de las mujeres al
voto por la Asamblea Constituyente, institución convocada por el presidente
Gustavo Rojas Pinilla
[27]
. A lo largo de los años hubo muchos debates en las Cámaras
y en la prensa. De entre ellos he escogido algunos textos que contienen ideas
que operan desde la diferencia sexual y que significan lo femenino
[28]
.
La postura más
reaccionaria y antisufragista estuvo representada por el periodista liberal
Calibán
[29]
. Este alertaba sobre los sucedido en Europa con la guerra,
cuando millones de mujeres sustituyeron a los hombres en sus trabajos. Según
Calibán, las mujeres al ocupar por causa de la guerra los empleos masculinos
ocasionaron la guerra de sexos a la vuelta de los hombres, por tanto, mantenía
que en Colombia: "El voto femenino será el paso inicial en la transformación
funesta de nuestras costumbres y de la pugna entre los dos sexos"
[30]
. Las sufragistas a través de sus revistas
[31]
y programas de radio
[32]
hicieron encuestas de opinión sobre el voto para responder
a Calibán y a quienes mantenían no haber suficiente demanda femenina que justificara
su aprobación
[33]
. Aunque muchas cartas de mujeres de todas las clases sociales
expresaban su apoyo al voto, Calibán insistía en que: "Nuestras mujeres
no van a renunciar ni a sus prerrogativas ni a su feminidad, cuyo símbolo
mas alto es la madre"
[34]
. La maternidad o más exactamente el maternalismo, pienso
que es una de las piezas claves de la construcción de la feminidad y su persistencia
hasta hoy día, a través de siglos de historia, plantea la necesidad de buscar
nuevas explicaciones significativas que esclarezcan dicha persistencia
[35]
.
Durante la discusión
de uno de los muchos proyectos de ley del sufragio femenino, doce miembros
del Senado opinaban en la prensa sobre el voto y once lo hacían en contra,
con igual argumento: la mujer tiene un vasto campo en el hogar para desarrollarse
como persona, mientras la política es la mas "vergonzosa de nuestras
actividades". Pero iban más allá: el voto femenino es "peligroso
para el régimen", porque es "contrario a la realidad nacional",
porque "volveremos a tener a los obispos de virreyes", porque "es
odioso ver a las mujeres en la política", porque "puede llegar a
menoscabar su tranquilidad" (la de la mujer), porque "no está preparada
para dar este salto", porque "no corresponde a un anhelo de la mujer",
porque "la mujer latina tiene más disposición para el hogar que para
la urna", etc. Junto a estos once senadores contrarios, uno sólo se declaraba
partidario del voto, argumentaba que "con ello se inicia la campaña para
nivelar la actual inferioridad económica y social de la mujer"
[36]
. Al lado de la defensa del voto femenino fundamentada en
la justicia y la igualdad, aparecen las oposiciones de el hogar (significando
tranquilidad, aptitud latina, limpieza) a la política (significando peligro,
ineptitud, suciedad).
Antonio Rocha,
ministro de educación, ante las colegialas del Nuevo Gimnasio argumentaba
su posición contraria al voto así: "Un derecho tal, cubre de vanos oropeles
la fulgurante superioridad de la mujer sobre la magra y melancólica figura
varonil"
[37]
, revelando otra de las producciones discursivas más arraigadas
socialmente: la naturaleza superior (y diferente a los hombres) de las mujeres.
Además, Rocha, un liberal por cierto, mantenía la idea de que el voto destruía
los hogares y conducía al ateismo, estableciendo una analogía entre política,
barbarie e infierno (significados masculinos), de la que había que salvar
a la mujer de naturaleza buena y santa (significados femeninos). Josefina
Canal de Reyes
[38]
(39), sufragista conservadora, respondía al ministro Rocha,
que las mujeres que habían de alejarse algunas horas del hogar, lo hacían
para buscar el sustento familiar a causa del abandono del marido y señalaba:
(...) (que) puedan
regresar a su hogar, son los anhelos fervientes de Mireya y que ellas sigan siendo las mantenedoras de esa hoguera perenne
y sagrada que nutre y vivifica el alma de una autentica nacionalidad
[39]
.
Paulina Reyes
Sarmiento, también desde la revista
Mireya, plataforma de la línea sufragista conservadora, insistía en que:
(...) no se han descentrado
de su hogar las muchas mujeres que han ejercido este derecho en otras naciones
como es sabido (...) tampoco se han separado de su función en el hogar sino
que por el contrario lo han reforzado, las muchas mujeres que por muerte del
padre o del marido se han visto obligadas a representar los derechos de la
familia
[40]
.
Las afirmaciones
anteriores llevan a recordar la noción de caos asociada al alejamiento de
la mujer de su ámbito natural, de ahí que
fuera necesario justificar a aquellas que "por necesidad" se veían
obligadas a abandonarlo, ya que se trataba de buenas madres de familia, buenas
mujeres. Pero las ideas sobre el hogar como ámbito natural de las mujeres
no respondían a la realidad, ya que las mujeres populares urbanas o rurales
solían salir de la casa para realizar trabajos en el campo o en el servicio
doméstico, y en aquel momento, además, eran la mano de obra preferida en las
nacientes industrias textiles. En la misma línea, el político conservador,
Fernando Arguelles, aunque parecía no oponerse al voto, recordaba que la misión
de la mujer era más importante que aquel:
Lo lamentable no está en que se le otorgue o no se le otorgue el voto
político, sino que haya mujeres que le concedan valor para ellas, que crean
que éste les libertará de algo o les otorgará algún poder o alguna posibilidad
de triunfo para sus ideales, cuando hay asuntos extraordinariamente mas graves
confiados a su cuidado y cuyos intereses parecen olvidar por creer que su
influencia en el control del estado o en un grupo político tiene mas valor
que el sostenimiento de la belleza y de la intimidad de su hogar o que la
formación de sus hijos
[41]
.
Se presentaban
como verdades incuestionables que la educación de los hijos y el cuidado del
hogar eran tareas exclusivamente femeninas y de "mas valor" que
la participación en la vida pública y en la política.
La respuesta de
las sufragistas liberales y sus aliados estuvo centrada en demostrar que no
había contradicción entre el hogar y el voto. Ellas, como ningunas otras,
buscaron conciliar el logro de la igualdad con su diferencia femenina. Por
su parte Augusto Ramírez, uno de los pocos defensores masculinos del sufragio, afirmaba el derecho y la justicia que sustentaba
las demandas sufragistas y señalaba, que en los países dónde las mujeres votaban
no se habían producido los males que se le achacaban
[42]
. Hilda Carriazo, en nombre de las mujeres oficinistas,
contestaba al más acérrimo enemigo de las sufragistas, Calibán, que sus ataques
no les asustaban, que por el contrario eran incentivos, y le rogaba que cesase
de pronosticar desastres en los hogares
[43]
. Ofelia Uribe de Acosta
[44]
defendió con ahínco la participación de la mujer en la
política y argumentaba que ésta no era algo sucio sino un arte, que no "mengua
el encanto femenino", y que se había de hacer en "colaboración"
con el hombre:
La mujer moderna, consciente de sus responsabilidades y del papel que
desempeñará en el futuro (...) debe pensar que será distinto el plano en que
se desarrollará su radio de acción y que habrá de trocar su fácil vivir como
una mera consentida y veleidosa, por el de elemento de acción y de valor en
el proceso vital de la formación de la raza y en la marcha de nuestras instituciones
sociales y políticas
[45]
.
De esta manera Ofelia defendía la
ampliación del campo de actuación de las mujeres, conciliándolo con la maternidad,
al tiempo que fustigaba a las mujeres de clase alta, que en su mayoría eran
contrarias al voto.
Lucila Rubio de
Laverde, que realizó una activa campaña a favor del sufragio en la prensa
y en la radio, difundió a través de la emisora Radio Cristal
[46]
su "Mensaje a las mujeres de Colombia"
[47]
, en él que señalaba las contradicciones que planteaba a
la democracia la reclamación de la ciudadanía por parte de las mujeres. Laverde
insistía en que el voto no trastornaba las instituciones domésticas
[48]
, respondiendo a los argumentos reaccionarios y antisufragistas
que acusaban a las mujeres de falta de preparación para acceder a la política
y pérdida de la feminidad:
Otros se dicen defensores del hogar y de la exquisita feminidad de
su compañera (...) (pero) están prevenidos en contra de la mujer culta y sin
prejuicios que comparte las responsabilidades de su compañero y dignifica
la vida del hogar con el aporte de su inteligencia y la comprensión de su
verdadera misión como mujer
[49]
.
Guiomar del Aguila,
asistente a las barras del Congreso en la discusión de uno de los proyectos
de ley del voto, puso de relieve la inconsistencia de los argumentos de los
oradores, que basaban su oposición en las escasas firmas de un memorial que
había entregado un grupo de damas de Medellín; así mismo críticó la falta
de elegancia de los congresistas por sus chistes de mal gusto y recordaba
a uno de ellos que:
(...) quizás los años le han hecho olvidar que hubo una madre que meció
su cuna, que algún espíritu femenino le ha ayudado a limar las asperezas de
la vida, y que muy posiblemente una chiquilla le haya dado el dulce nombre
de padre
[50]
.
En el discurso
de las sufragistas las significaciones de género femenino se mezclaban con
las de igualdad, por ejemplo, en el texto de Rosa María Moreno Aguilera al
decir:
Creo sinceramente
que nuestra intervención (política) sería un medio civilizador y pudiera ser
moralizador también puesto que nosotras no estamos afiliadas a ninguna rosca
política
[51]
.
Participaba de
las ideas de las sufragistas tanto conservadoras como liberales, que construían
a la mujer como agente purificador y regenerador de la política con significados
esencialistas de la feminidad tradicional. En cambio Mercedes Abadía, asumía
el feminismo reconociendo que en el PSD había tomado conciencia de sus derechos
como mujer y decía:
(...) que estamos cansadas
de escuchar palabras floridas y elocuentes sobre nuestra feminidad, queremos
que estos elogios ahora se conviertan en algo real y ese algo real es nuestro
derecho al voto
[52]
.
Pero no entraba
en la discusión de la oposición entre la naturaleza, el hogar y la política;
ella defendía la igualdad de derechos para las mujeres desde su posición socialista
y no cuestionaba la feminidad. El objetivo de Abadía era lograr una movilización
amplia de mujeres que fueran el soporte del grupo de congresistas progresistas
que defendían proyectos de ley a favor del voto
[53]
. Los esfuerzos de Abadía para formar un frente de mujeres
se habían concretado en la Alianza Femenina
[54]
, pero en el caso colombiano, no sólo participaron de una
u otra manera las obreras que estaban en organizaciones vinculadas a la izquierda
[55]
, en Agitación Femenina
se pueden encontrar muchas cartas a favor del sufragio de mujeres procedentes
de sectores populares vinculados al liberalismo y al gaitanismo
[56]
. El sufragismo había nacido en Europa y también en América,
como un movimiento de mujeres de clase media, pero ciertamente tuvo eco en
otros sectores femeninos, cercanos al socialismo y al populismo.
Entre las cartas
llegadas a la redacción de Agitación
Femenina en apoyo al sufragio femenino voy a destacar el siguiente texto,
porque sintetiza las construcciones que sobre la mujer se han señalado anteriormente:
(...) el instintivo anhelo de ayudar a nuestros compañeros en la lucha
intensa por la vida. Si ellos encuentran mujeres conscientes de sus deberes
morales, sociales y políticos, las generaciones futuras serán gloria verdadera
de la patria (...) seria lógico el temor ante una evolución como la que deseamos
si el voto debilitara el valor moral de la mujer, pero es todo lo contrario:
la levanta de su inútil existencia y la hace más digna de su compañero y de
su patria (...). No estamos preconizando una pugna entre mujeres y hombres,
sino una leal y eficaz colaboración, que no tiene razón alguna para ser solamente
de puertas para adentro
[57]
.
Además, el texto
añade la idea de colaboración que venía a resolver la incompatilibidad entre
el hogar y la política y la guerra entre los sexos. Las sufragistas hacían
el razonamiento siguiente: si las mujeres somos por naturaleza superiores
a los hombres, nuestros valores morales justifican la inclusión en la política.
Con este razonamiento seguían cautivas de significados esencialistas relacionados
con la diferencia sexual que habían sido incorporados en el discurso de la
modernidad. Para profundizar en esta dirección, se insistirá a continuación
en los textos de las líderes feministas.
Las sufragistas
no sólo estuvieron ocupadas en convencer de la legitimidad del voto femenino,
también hubieron de clarificar sus ideas en debates con otras mujeres. Por
ejemplo, Lucila Rubio de Laverde puntualizaba que los postulados del feminismo
eran cuatro: educación, derecho a administrar los propios bienes, igualdad
en el salario y derechos políticos
[58]
, a fín de rebatir el tópico de que el feminismo preconizaba
que los hombres realizaran las faenas del hogar
[59]
, que en el proceso de significación suponía trastocar los
códigos de la diferencia sexual. Pero, Laverde, a continuación añadía que
la mujer tenía una "doble misión", madre biológica y educadora,
de donde nacía su autoridad en el hogar. Señalaba con gran acierto, que la
inferioridad asumida por la propia mujer educaba en la desigualdad a las criaturas
[60]
, de ahí que fuera partidaria de escuelas "domésticas"
en donde las campesinas y las mujeres populares urbanas y de clase media aprendieran
cultura. Laverde consideraba que la educación era una pieza clave para la
igualdad, siguiendo la línea sufragista internacional.
Por el contrario
el texto de una escritora de seudónimo "Deyanira", decía:
Las petulantes ideas feministas pueden romper la unidad del matrimonio,
piedra angular de toda organización civilizada. No acepto tampoco que la desigualdad
física e intelectual existente entre los hombres y nosotras, sea el principio
de nuestra felicidad, porque la igualdad del hombre y la mujer, en todas las
funciones humanas, no convendría para este país incipiente
[61]
.
Nuevamente las
analogías y oposiciones mujer / hogar, política / caos, hombre / civilización,
operaban en la polémica. Ofelia Uribe de Acosta contestaba así a "Deyanira":
(...) hay mucha diferencia entre autoridad y tiranía: la primera se
acepta y se comparte en el hogar a base de comprensión, de mutua colaboración,
de inteligencia y de igualdad (...) Por eso el feminismo quiere mujeres independientes,
en pleno goce de sus derechos civiles y políticos, que puedan dar a la sociedad
hombres independientes también, de personalidad definida y orientada hacia
el honor, la verdad y el bien
[62]
.
Uribe de Acosta representaba a un
grupo de sufragistas, mujeres profesionales y críticas con las renuencias
del partido liberal a la aprobación del voto en las Cámaras. Ellas habían
actuado políticamente durante la década de los treinta dentro de partido liberal
(con el gobierno de Olaya Herrera y en el primer mandato de López Pumarejo),
aprovechando los vínculos familiares que les unían a personajes políticos
de primera fila y habían conseguido algunos logros. Pero su política llegó
a un techo en los cuarenta, mientras el voto seguía pendiente. La "revolución
en marcha" de López Pumarejo se había detenido y la atención y los intereses
de liberales y conservadores estaban puestos en los conflictos sociales y
económicos; mientras tanto las producciones discursivas que oponían el hogar
y la política seguían arraigadas también en los políticos liberales.
Ofelia Uribe de
Acosta, con su tenacidad característica, insistía a principios de los cuarenta
en la necesidad de preparación femenina para el ejercicio de cargos públicos
y definía su punto de vista sobre la mujer moderna diciendo que:
(...) debe cambiar su criterio hogareño de épocas patriarcales, por
una comprensión más amplia de su radio de actividad en concordancia con el
estado actual del mundo y con las modernas concepciones de la mujer futuro
que debe estar formada, según Wells, de todas las virtudes del pasado y de
todas las fuerzas del porvenir
[63]
.
Acerca de la maternidad,
Ofelia Uribe de Acosta presentaba una postura coherente con el feminismo liberal
al ser consciente del papel que jugaban las sufragistas en su relación con
el Estado y la importancia de nuevas leyes en ese campo, porque había participado
en la elaboración de la Ley de Protección de la Maternidad (1939), durante
el gobierno de Eduardo Santos, y en la Ley 83 de Protección al Menor y de
Investigación de la Paternidad (1946). Cuando fue parlamentaria en los años
sesenta continuó trabajando en favor de leyes que protegieran la maternidad
[64]
, aunque se dolía de que:
(...) han corrido la misma suerte de todas las que han sido dictadas
en defensa de la mujer: se han quedado escritas porque sus beneficiarias ni
siquiera tienen noticia de su vigencia
[65]
.
La queja de Ofelia
da idea de la formalidad en la que habían quedado no solo estas leyes sino
también la posibilidad de votar. Los términos codificados según el género
también operaron en los discursos de reconstrucción de la postguerra y de
la paz. En este tema las sufragistas colombianas participaron de forma bastante
generalizada, al igual que las de Europa y otros países de América. Lucila
Rubio decía que "la mujer por ser madre es pacífica" y que las "feministas
verdaderas son pacifistas"
[66]
. En Colombia existió un
Comité Pro-Paz y Libertad, que denunció los obstáculos puestos por el
ministro de relaciones exteriores para celebrar una Conferencia en Bogotá
en 1947, preguntándose:
(...) ¿no son los
hombres obra nuestra? ¿No ha dado cada una de las madres de estos soldados
lo mejor de sí para traerlos al mundo y dejarlos en condiciones de vivir en
él?
[67]
.
Helena Ospina
insistía en esa línea revelando los significados de género contenidos en el
tema de la guerra:
¿Y qué decir de una determinación tan transcendental como declarar
una guerra?. ¿Podrá ser lógico que las madres de un país no tengan derecho
a vetar o fomentar una guerra, cuando son ellas las que dan la materia prima,
cuando esos soldados que van a ser, quizás, banquete de aves inmundas, son
carne de su carne y huesos de sus huesos?. La mujer está más cerca que el
hombre de los intereses de campanario (municipales), porque ella es la extensión
del concepto casa
[68]
.
Por su parte,
la autora anónima de un canto a la paz recordaba que el "pudor de la
mujer fue mancillado (en la guerra)"
[69]
, y así mismo, en otro poema anónimo se añadía:
Adelante mujeres americanas! que cada hijo que nazca de vuestras entrañas
sea de hoy en adelante una proyección de vuestras nobles ideales, un anuncio
de gloria y un símbolo de Paz
[70]
.
La feminidad construida discursivamente
estuvo presente en la guerra y en la paz y se puede decir, que nunca mejor
que en ese contexto, se explicitó el nexo entre el género y la política, y
la oposición entre los significados masculinos y femeninos: guerra/paz, muerte/vida,
corrupción/pureza, batalla/hogar.
Se ha dicho anteriormente
que en los años noventa, María Antonia Cabeza y con ella muchas otras mujeres
de la generación sufragista, habían seguido manteniendo las ideas conservadoras
de la feminidad, así como un gran apego a la ideología del hogar, con la conciencia
de seguir la tradición maternal y cumplir de la forma que se esperaba de ellas.
Esto es sólo un pequeño ejemplo de la pervivencia, hasta hoy, de la arquitectura
femenina formada por la mujer / madre / hogar. La oposición entre el hogar
y la política - proyección de la ideología liberal de las esferas privada
o doméstica y pública o política -, o dicho en otros términos: los pares naturaleza
/ cultura - construcción que se remonta a la cultura clásica -, así como pasión
/ razón - construcciones del discurso de la modernidad - y los pares genéricos
femenino / masculino, todos ellos, estaban codificados en los textos antisufragistas,
pero también estaban en los sufragistas con algunos cambios. Esto puede explicar
que no se llegara a vencer la naturalización de los atributos y deberes femeninos,
porque esos valores morales puestos al servicio de la patria y la regeneración
de la política eran la justificación del derecho a la ciudadanía y habían
sido interiorizados por las propias mujeres. De ahí que se mantuviera intacta
dicha naturalización. Por otro lado, el que las voces feministas, que instaban
a las mujeres a ampliar el campo de sus actividades mas allá del hogar, tuvieran
escasa proyección en la masa femenina, puede significar un problema de representatividad,
que constituye otro tema de investigación pertinente que no es el objetivo
de este artículo.
Recordemos que
en Colombia los años a los que nos referimos eran los de la república liberal,
modernizante, que había sucedido a un siglo de república conservadora. El
discurso de la modernización liberal fue cuestionado en sus principios de
libertad e igualdad, por la reclamación sufragista de la ciudadanía pero mantenía
los términos de género codificados y cabe
investigar si pudiéronse haber reforzado en sus aspectos más retrógrados con
la vuelta en el año 1946 de los conservadores al poder. Los años 1944 a 1948
son claves para observar que los discursos, liberal y conservador, se interseccionaron
y reprodujeron mezclados los significados de la diferencia sexual en el discurso
de la igualdad occidental. Desde la antigüedad clásica pervivía la idea de
una identidad femenina por naturaleza esencialmente buena, y el hogar y la
maternidad como única función social, se contraponía a la política. En la
modernidad se extendió el ámbito de las mujeres hasta el espacio público y
político reconociéndose su capacidad racional y la colaboración y complementariedad
con el hombre fue un discurso armonizador del dilema de la diferencia. El
resultado fue la mujer moderna, una construcción discursiva que heredarían
las feministas de los años setenta.
Revista
Otras Miradas
Facultad de Humanidades y Educación Universidad de Los Andes |
[1] La feminidad producida en oposición a la masculinidad,
como términos binarios, opuestos y jerárquicos, constituidos por relaciones de
poder generadoras de saberes y verdades naturalizadas.
[2] Género como campo de relaciones de poder y constructor
de significados procedentes de las ideas que operan desde la diferencia sexual,
Joan W. Scott. "El Género: Una categoría útil para el análisis
histórico", en Historia y Género, Alfons el Magnanim, Valencia 1990, pp.
47-49, también "Feminismo e Historia", Hojas de Warmi n° 8, Barcelona 1997.
[3] Utilizo maternalismo para diferenciar la ideología,
que ha envuelto la maternidad, de las posibilidades creadoras y de libertad que
encierra en sí mismo la capacidad reproductora. Ver Luna, L. G:
"Maternalismo y discurso gaitanista en Colombia, 1944-1948", Hojas de
Warmi, n°9, Barcelona 1998.
[4] En un trabajo anterior ofrecí la siguiente
periodización del movimiento sufragista colombiano: 1) 1930-43: la lucha por la
independencia económica, el acceso a la educación superior y a cargos públicos.
La toma de conciencia colectiva y los primeros espacios feministas. 2) 1944-48:
la lucha por el voto y auge del movimiento: I y II Congreso Nacional Femenino,
conexiones internacionales y organizaciones feministas. Órganos de expresión:
Agitación Femenina y Mireya. 3) 1949-57: la Violencia, el silencio y la muerte.
Nuevas voces: el periódico Verdad. Concesión del voto y ratificación en el
Plebiscito de 1957.
Esta periodización, al igual que el desarrollo del primer subperiodo, lo
abordé en "Movimientos de Mujeres: Feminismo y Feminidad en Colombia
1930-1943". Boletín Americanista Nº 35 U. de Barcelona 1985; también fue
reproducido posteriormente en Brujas, Nº 7 1987, Medellín, y la primera parte
en Chichamaya Nº 8 1989, Barranquilla.
[5] Ibidem.
[6] Para más detalles de todo el proceso ver Norma
Villarreal, "Movimientos de Mujeres y Participación Política en Colombia,
1930 - 1991", en Luna, L. G. y Villarreral, N. Historia, Género y
Política. Movimientos de Mujeres y Participación Política en Colombia,
1930-1991. SIMS / CICYT, Barcelona 1994, pp. 97-121. También se encuentran gran
número de biografías de mujeres, que participaron en el movimiento sufragista y
que serán citadas en este trabajo, en Livia Stella Melo, Valores Femeninos de
Colombia, Bogotá 1966.
[7] Formaron parte de esta organización María Currea de
Aya, Lucila Rubio de Laverde, Aidé Anzola, además de Josefina Canals de Reyes,
Rosa María Aguilera, Hilda Carriazo, Ofelia Uribe de Acosta y otras muchas.
[8] Mireya, Nº 12, 1944, p. 27, Nº 23-24, 1945, pp. 24-25
y Nº 27, 1946, p. 12; Agitación Femenina, Nº 1, 1944, pp. 2 y 27 y Nº 12, 1945,
p. 4.
[9] Mireya, Nº 22, 1945, p. 10 .
[10] Declaraciones de Mercedes Abadía", Diario
Popular, enero 1945.
[11] A ella dedicó Lucila Rubio de Laverde, que fue su
presidenta, el libro Perfiles de las mujeres de Colombia, Ed. La nueva
generación, Bogotá 1945; ver Victoria Fajardo, "Prólogo" a Perfiles,
p. 5.
[12] Mireya, Nº 22, octubre 1945.
[13] Diario Popular, 7.1.45 y "Mujeres de Barranquilla
seguirán en la lucha por el voto femenino" Diario Popular 9.1.45.
[14] Agitación Femenina, Nº 7, abril, 1945, p. 4.
[15] Agitación Femenina, Nº 14, noviembre, 1945, p. 2 y 29.
[16] El Tiempo, 11.2.45.
[17] Fueron invitados los ministros: Lleras Camargo
(Gobierno y Trabajo) y Adán Arriaga Andrade (Higiene y Previsión Social), El
Liberal, 7.2.45 y 10.2.45.
[18] En la delegación de Santander estaba representada la
Unión Sindical Tabacalera, El Tiempo, 7.2.45.
[19] Abadía
tenía una gran visión política; en sus mítines radiales hablaba a las mujeres
de todas las clases sociales y actuó de nexo entre las sufragistas y las
mujeres obreras simpatizantes de la izquierda, así mismo apoyó la revista
liberal Agitación Femenina; ver Nº 9, junio 1945, p. 6.
[20] Lucila Rubio era educadora y directora de un colegio y
una de las líderes sufragistas más relevantes, que se distinguió especialmente
por su actividad nacional e internacional a favor de la educación de las
mujeres y de la paz en la postguerra. Dirigió el número 19 y último de la
revista Agitación Femenina en Bogotá (los 18 números anteriores se habían
publicado en Tunja, dirigidos por Ofelia Uribe de Acosta) y fue autora de los
libros Ideales Feministas, Ed. Nuevo Mundo, Bogotá 1950 y Perfiles de las
mujeres... op. cit... Deseo agradecer a su hija Marina Laverde que me
facilitará sus libros.
[22] Mireya,
Nº 26, septiembre 1946 y Agitación Femenina, Nº 18, agosto, 1946.
[23] "El Congreso Femenino", Agitación Femenina,
Nº 19, octubre 1946 p. 21.
[24] Agitación femenina, Nº 18, julio, 1946, p. 8 y Mireya,
Nº 26, septiembre, 1946, p. 7.
[25] Una caracterización de lo que debía ser la "mujer
moderna" la perfilaba el español Gregorio Martínez Sierra a través de los
autores que reúne en el libro, La Mujer Moderna, Ed. Renacimiento, Buenos Aires
1930. Martínez Sierra viajó por varios países latinoamericanos en donde tuvo
gran audiencia, al igual que sus libros. Actualmente sobre la autoría de sus
obras dedicadas a las mujeres, se afirma que fueron escritas por su esposa
María, que fue diputada y escritora prolífica. Rosa Montero, "María
Lejárraga, el silencio", El País Semanal, Madrid, 14.5.95,pp.127-130.
[26] Entrevista realizada por Martha Torres, Barrio Las
Cruces, Bogotá 7 de mayo de 1993, nuestra colaboradora en una serie de
entrevistas para la investigación de movimientos sociales en Colombia.
[27] Para más detalles ver los dos artículos de Magdala
Velásquez, "Condición Jurídica y social de la mujer", en Nueva
Historia de Colombia, v. IV, Planeta, Bogotá 1984 y "La República liberal
y la lucha por los derechos civiles y políticos de las mujeres", en La
mujer en la Historia de Colombia, T. 1, Ed. Norma, Bogotá 1995.
[28] Para el contexto político de este momento ver: Gerardo
Molina, Las ideas liberales en Colombia. Ed. Tercer Mundo, Bogotá 1977, tomo 3.
La obra tiene tres volúmenes que recorren la historia colombiana desde 1849 a
1958.
[29] Seudónimo de Enrique Santos Montejo, columnista de
"La Danza de las Horas" en el diario El Tiempo, y hermano de Eduardo
Santos, propietario del periódico.
[30] "Danza de las Horas", El Tiempo, 2.5.44.
[31] Agitación Femenina, Mireya, Letras y Encajes y Aurora.
[32] Tenemos noticia de los
siguientes: La Hora Feminista, en la emisora de Tunja; Tribuna Liberal
Femenina; Avanzada Femenina en Radio Pacífico, que se emitía los sábados y era la
voz de la Alianza Femenina y Hora de Variedades, dentro del programa de Stella,
en la Emisora Suramericana, Agitación Femenina Nº 14, 1946, p. 1.
[33] Tenemos noticia de los siguientes: La Hora Feminista,
en la emisora de Tunja; Tribuna Liberal Femenina; Avanzada Femenina en Radio
Pacífico, que se emitía los sábados y era la voz de la Alianza Femenina y Hora
de Variedades, dentro del programa de Stella, en la Emisora Suramericana,
Agitación Femenina Nº 14, 1946, p. 1.
[34] Expresada especialmente por el político liberal
Alberto Lleras Camargo.
[35] "Danza de las Horas", El Tiempo, 24.11.94.
[36] Norma Fuller ha realizado un balance de las
principales teorías sobre la construcción de la feminidad, de enfoque tanto
feminista psicoanalítico, como feminista postestructuralista, constatando, que
los interrogantes en torno a esta significación genérica, siguen vigentes.
"Razones y sinrazones de la femineidad", en Portocarrero Suárez, P.
Estrategias de Desarrollo: intentando cambiar la vida, Flora Tristan Ed. Lima
1993.
[37] "Hay mayoría contraria el voto femenino en el
Senado", El Tiempo, 25.11.44.
[38] "Otra defensa de la Mujer", El Tiempo,
1.11.44.
[39] Fue la fundadora y el alma de la revista Mireya.
Pertenecía al partido conservador, pero abrió las páginas de la revista a las
sufragistas liberales. Era pedagoga y literata y fue directora de la Escuela
Superior de niñas de Pamplona (Santander) y profesora en colegios de Bogotá.
Tuve el honor de conocerla en 1984 cuando contaba 93 años de edad; se
encontraba en muy buenas condiciones mentales y me concedió una larga charla.
Murió poco después. Tengo que agradecer que me proporcionara la revista que
dirigió.
[40] Mireya "La patria, el hogar, la mujer y el
campo", Mireya Nº 5, febrero, 1945, p. 1. Por otro lado, es interesante observar
que en los argumentos de Canal de Reyes aparecen las conexiones políticas de la
mujer con el mundo público a través de la construcción: madre / nación. Este
aspecto se verá mas claramente cuando las sufragistas intervengan en el tema de
la reconstrucción de la posguerra.
[41] "La mujer ciudadano", Nº 25, abril 1946.
[42] "La Misión de la Mujer", El Tiempo,
22.11.44.
[43] "Por los derechos de la mujer", El Tiempo
20.11.44, p. 4.
[44] "Las ciudadanas opinan sobre Caliban", El
Liberal 9.11.44.
[45] Ofelia es una de las líderes sufragistas liberales más
carismáticas. En el IV Congreso Internacional Femenino celebrado en Bogotá en
1930, defendió la ponencia sobre el derecho de las mujeres casadas a
administrar sus propios bienes, que se aprobaría como ley poco después por el
gobierno de Olaya Herrera. El 17 de enero de 1942 inició la "Página
Femenina" en el periódico El Radical de Chiquinquirá, desde el que apoyó
la segunda candidatura de López Pumarejo a la presidencia, presidiendo el
comité femenino para la Acción Liberal. En la ciudad de Tunja dirigió el
programa de radio, la "Hora Feminista" y fundó y la revista Agitación
Femenina. Pasada la lucha sufragista publicó en Bogotá Una voz Insurgente, Ed.
Guadalupe, 1963. Murió en 1988. Para más datos ver, Anabel Torres, "Una
Voz Insurgente. Entrevista con Ofelia Uribe de Acosta", en María Cristina
Laverde Toscano y Otras (eds.) Voces Insurgentes, Ed. Guadalupe, Bogotá 1986.
Tuve el honor de conocer a Ofelia en 1984. A sus ochenta y cuatro años se
mantenía con una lucidez envidiable, aunque bastante decepcionada de lo que
significó el logro del voto. Tengo que agradecer que me abriera generosamente
su archivo de prensa.
[46] "La mujer en la política", El Radical 1942.
Este y el resto de los recortes de prensa que aparecen sin fecha exacta son
algunos de los procedentes del archivo de Ofelia y fueron conservados así.
[47] El Radical, 28.11.44
[48] Publicado en Agitación Femenina, Nº 4, enero, 1945 y
en Ideales ... op. cit.
[49] Ibidem, pp. 117, 166
[50] "Necesitamos el voto", Agitación Femenina,
Nº 6, marzo, 1945, pp. 8-9
[51] "El voto femenino en la Cámara de
Representantes", Mireya Nº 14, diciembre, 1944, p. 28
[52] "Alrededor de una respuesta", Mireya, Nº 16,
febrero, 1945, p. 29. Aguilera fue la primera presidenta del Unión Femenina de
Colombia y sus escritos aparecían frecuentemente en esta revista y en Agitación
Femenina .
[53] Diario Popular, s\f .
[54] "El triunfo de los hombres demócratas en el
parlamento", Diario Popular, 3.12.44.
[55] La participación de Abadía en la confluencia de mujeres
de todos los sectores ha sido mostrada por Medófilo Medina en "Mercedes
Abadía y el movimiento de las mujeres colombianas por el derecho al voto en los
años cuarenta", en Las Raíces de la Memoria, Universitat de Barcelona 1996
p. 551.
[56] La participación de las obreras y otras mujeres de
sectores populares en el movimiento sufragista, es un tema pendiente de una
mejor investigación, tanto en su vertiente de participación política, como en
el análisis de los significados de la diferencia sexual y su interrelación con
la diferenciación de clase.
[57] Tanto el presidente liberal López Pumarejo como el
líder populista Jorge Eliecer Gaitán habían incorporado en sus programas los
derechos ciudadanos de las mujeres y no hay que olvidar que durante la primera
presidencia de López se habían conseguido algunos de ellos, ver Luna L. G.
"Movimientos de Mujeres: Feminismo y ... " op. cit. y para el caso de
Gaitán, "Maternalismo y discurso ...", op. cit.
[58] "El voto femenino, cómo piensan nuestras
mujeres", Nº 3, 1944.
[59] Ibidem 141-152
[60] Ideales ... op. cit. p. 139
[61] 61 ver
capítulos sobre educación en su libro Perfiles ..." op. cit.
[62] "La perspicaz Deyanira reta a la directora de
esta página", El Radical, 17.1.42.
[63] El Radical, 17.1.42.
[64] "La mujer en la hora actual" El Radical,
17.1.42.
[65] Una voz ... op. cit. pp. 267 y 323.
[66] Ibidem, 1963, p. 322.
[67] Ideales ... op. cit. pp. 84 y 87.
[68] Rosa María Moreno Aguilera, "Congreso del Comité
Pro-Paz y Libertad", Agitación Femenina, Nº 19, octubre, 1946, p. 2.
[69] "El voto femenino", Letras y Encajes, Nº
121, agosto, 1936, pp. 1998-2001. También se repetía la relación de las mujeres
madres y la patria por plumas masculinas: "Es vuestro deber, no debeis
descuidarlo. De vuestra acción en este sentido, familia y patria pueden cosechar
los mejores frutos", E. López Paúl, "La mujer en el desarme de los
espíritus y en el tránsito de las ideas" Mireya Nº 5, febrero, 1945, p. 2.
[70] Rosad
"Himno a la paz", Mireya Nº 23-24, diciembre, 1945, p. 18.